Burrata en restaurantes españoles
En los últimos años, un fenómeno gastronómico ha tomado por sorpresa a los comensales en España: la omnipresencia de la burrata. Este queso originario de Puglia, Italia, ha pasado de ser una joya gourmet a convertirse en protagonista indiscutible de todo tipo de menús, desde tapas hasta brunchs, wine bars y steak houses.
No importa si el restaurante tiene inspiración japonesa, mexicana o mediterránea: la burrata aparece, redonda y brillante, sobre ensaladas, tostadas, o incluso pizzas no muy italianas. Su textura cremosa y su apariencia “instagrameable” han sido clave para su popularización, especialmente entre influencers y amantes del «food porn».
(También le puede interesar: Pasiones del Papa: San Lorenzo, empanadas y tango)
Pero no todo es admiración. En los círculos gastronómicos más puristas, el término «burrata» empieza a provocar muecas. Algunos expertos en quesos –los llamados fromeliers– critican su sobreexposición, acusando a este queso de haber perdido autenticidad a causa de su producción industrial y su uso forzado en platos donde poco tiene que aportar.
“La burrata se ha convertido en una solución fácil y fotogénica, pero no siempre sabrosa ni coherente”, apunta un chef madrileño que ha optado por retirarla de su carta. En su lugar, quesos locales como el mató, el stracchino o incluso algunas variedades de cabra artesanales están recuperando espacio.
Este auge irrefrenable plantea una pregunta clave: ¿seguimos comiendo por sabor o por tendencia?
Comentarios recientes