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Montia fontana

En los márgenes de arroyos cristalinos y manantiales de aguas frías brota una pequeña joya botánica que durante siglos ha sido recolectada por pastores y familias rurales: la Montia fontana. Aunque poco conocida fuera del ámbito local, esta hierba acuática es valorada por su frescura y su sabor suave, parecido al del berro pero más delicado.

Dependiendo de la región, recibe nombres como pamplina, coruja, moruja, regajo o perifollo. Esta variedad lingüística refleja su arraigo en las tradiciones rurales de zonas como Castilla y León, Galicia, Extremadura y partes de Madrid. Históricamente usada en ensaladas o como verdura de temporada, hoy empieza a brillar más allá de los fogones caseros.

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La Montia fontana ha comenzado a despertar el interés de la gastronomía contemporánea. Chefs de cocina de autor la integran en menús de temporada, valorando su origen silvestre y su aporte nutricional: rica en vitamina C, antioxidantes y fibra.

Su recolección, que debe hacerse de manera responsable y preferiblemente en zonas no contaminadas, forma parte del auge de los ingredientes forrajeros en la alta cocina. No solo es un retorno a la naturaleza, sino una revalorización del conocimiento ancestral.

Así, lo que antes crecía inadvertido entre piedras y raíces, ahora llega a la mesa con un estatus renovado: el de producto gourmet con historia y carácter propio.