Los jóvenes son, o lo serán en poco tiempo, usuarios activos en el sistema financiero; un rol que pueden asumir con mayor responsabilidad y confianza a través de la adquisición de conocimientos adecuados. En Saber Más, Ser Más le mostramos la importancia de la educación financiera en los jóvenes y en su vida futura.
Los consumidores deben hacer frente a un exigente entorno financiero que, desde temprana edad, les demanda decisiones importantes. Cometer errores en esta etapa de la juventud tales como: no manejar un presupuesto, preferencia por el uso de dinero en efectivo, desconocimiento de productos financieros para ahorrar, el acceso a créditos estudiantiles con condiciones poco favorables o tarjetas de crédito usadas más para los “antojos” que para las urgencias, nublan la capacidad de los jóvenes para emprender proyectos o invertir, aplazando así la prosperidad y salud financiera.
Un reto internacional
De acuerdo con Business Insider, a pesar de sus buenos hábitos de gasto, la generación Z es decir, los jóvenes que nacieron entre 1998 y 2010, tuvieron el mayor crecimiento de la deuda de cualquier generación entre 2019 y 2020.
Ese crecimiento se debió principalmente a la deuda personal e hipotecaria. Los GenZ, al menos en Estados Unidos, deben entre $6,004 dólares y $169,470 dólares en estas carteras, respectivamente.
Desde la óptica de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), este fenómeno puede ser explicado por la complejidad creciente en los productos, servicios y mercados financieros que enfrentan los jóvenes, por lo que es presumible que llegarán a soportar más riesgos financieros en su etapa adulta que sus padres.
Entonces… ¿Cómo revertir esta tendencia?
Varios factores ayudan a mejorar esta situación, entre ellos la educación financiera, mediante la cual los jóvenes adquieren las herramientas necesarias para mejorar su comprensión sobre conceptos, productos y riesgos financieros. Asimismo, aprenden a desarrollar habilidades para analizar los riesgos y las oportunidades financieras, a tomar decisiones informadas y a adoptar acciones para cuidar de su bienestar financiero.
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Recordemos que la educación financiera no es solo mejorar los conocimientos financieros y por lo tanto no puede simplemente medirse con indicadores como el conocimiento. La educación financiera abarca múltiples aspectos de la conducta relacionados con: las actitudes frente al dinero y cómo las personas manejan sus recursos y cómo toman decisiones financieras (incluyendo: hábitos, los factores que consideran y el conjunto de habilidades que utilizan). Se trata de un concepto multidimensional que requiere mirar en el comportamiento individual desde el conocimiento, las actitudes y los comportamientos financieros.
Por esta razón, fomentar una cultura financiera entre niños y jóvenes se ha convertido en una prioridad social, económica y política para algunos países.
El caso de Colombia
En Colombia, desde 2012 el sector bancario, junto con el Gobierno Nacional, ha unido esfuerzos para lograr aumentar los niveles de educación financiera en el país a través del Programa de Educación Económica y Financiera para niños y jóvenes, que busca promover el desarrollo de competencias básicas y ciudadanas. Asimismo, se busca que, desde la reflexión crítica se tomen decisiones financieras responsables.
Adicionalmente, tanto Asobancaria como cada entidad financiera colombiana han desarrollado programas que propenden por la educación financiera como: Nueva Pangea (para familias, docentes y estudiantes de todo país), Banca Para Todos y El Gurú Emprendedor (para empresarios, emprendedores o personas que buscan desarrollar una idea de negocio).
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